Una pelea entre jóvenes acaba con seis heridos
Hace apenas unos minutos, se ha producido un altercado entre un grupo de adolescentes en una de las calles más festivas de Barcelona: la calle Balmes. Ha sido necesaria la intervención de los Mossos d’Esquadra para terminar el conflicto en el que estaban envueltos diez jóvenes de entre dieciocho y veintiséis años. Aunque todo apunta a provocaciones de varios de los implicados en la trifulca, no se descarta la posibilidad de que varios de ellos hubieran consumido sustancias estupefacientes como la conocida coloquialmente «droga caníbal». Según testigos de la zona, algunos de ellos durante la pelea trataban insistentemente de morder a sus oponentes. Los seis heridos ya han sido traslados al hospital más cercano para tratar sus heridas. El resto ha sido detenido por los agentes.
Diario Público, 29 de junio de 2019, a las 00:40 horas.
Eva Llull era una prometedora periodista de treinta y cuatro años de la cadena de televisión TV3. Trabajó demasiado duro durante sus años en la universidad y gracias a eso obtuvo unas notas muy por encima de lo habitual, lo que la llevó rápidamente a un puesto de trabajo dentro de las oficinas de la cadena que entonces ocupaba.
De pequeña, siempre quiso participar en programas de televisión. Pero fue en su adolescencia cuando decidió que lo que quería hacer dentro de la pantalla era periodismo de investigación. Tras varios años redactando artículos para la cadena y para su periódico, consiguió ese deseado objetivo.
Dentro de TV3, Eva era una de las periodistas mejor valoradas y contaba con el total apoyo de sus jefes, que ya la veían como la futura directora de la empresa. Ella se encargaba de investigaciones periodísticas de la provincia de Barcelona, dentro de un equipo de reporteros llamado «Descobreix» con otros cuatro compañeros más. Pero a menudo, el director, Eduard Pons, la encomendaba trabajos de importancia, fuera de su área, a sabiendas de que los podría resolver gracias a su intuición, talento y recursos.
Sin duda, era una de las más llamativas, y no solo profesional e intelectualmente. Físicamente también destacaba por sus ciento setenta y ocho centímetros de altura. Eso cuando no llevaba botas altas o tacones, claro. Era delgada, pero de amplias caderas. Ojos marrones, cabello moreno largo y ondulado, y de piel blanca y lisa. Una mujer bonita, pero también con carácter.
De normal se mostraba agradable y simpática con todo el mundo, pero sabía cuándo había de estar seria y cortante, sobre todo en su empleo. Su agilidad mental era muy alta, por lo que solía ser muy incisiva, directa y decisiva en prácticamente todos los ámbitos. No obstante, se le reconocía un sentido del humor muy negro y ácido muchas veces, pero esto fuera del trabajo, naturalmente.
Esa noche, Eva estaba a punto de irse a dormir a la una de la madrugada cuando leyó el artículo en internet del Diario Público sobre la reyerta de unos jóvenes en la calle Balmes. Pensó que era ya verano, que afloraba el turismo de borrachera como de costumbre en la ciudad catalana, y que ese acontecimiento solo era uno de tantos que podría haber a lo largo de las siguientes semanas.
Programó el despertador a las ocho de la mañana y silenció el sonido de su celular. Quería dormir muy bien, pues ya llevaba bastantes días durmiendo menos de cinco horas. Así que pensaba que dormir siete horas era lo correcto, partiendo de la base de que lo ideal son ocho.
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